POR:
ALEJANDRO SANTANA
Una entrañable
amiga, me llamo temprano para pedirme que, en mi calidad de periodista,
escribiera sobre la traición y sus efectos.
Acepte, no
sin antes decirle, que era una tarea hasta comprometedora en una sociedad de
doble moral donde reinan tantas sensibilidades en las personas.
Pero nada lo
entendí como un reto que debía afrontar y lo primero que hice fue pensar en la
Biblia, donde se registra tal vez la más vieja acción de traición, que fue la de
Juda Acariote, que traiciono a Jesús y lo hizo por dinero, por unas cuantas
monedas.
Luego pensé
en muchas y tantas traiciones que he conocido a lo largo de mi ejercicio comunicacional,
reflexione en la traición, en el amor, en los negocios, en el desenvolvimiento
cotidiano, donde socios se engañan, se mienten y hasta se venden.
Sin embargo,
no pare mis reflexiones ahí, seguí meditando en el concepto, traición y
descubro que hay infinitas acciones de traición a lo largo de la vida, hasta de ciudadanos que se asocian.
Pero luego
de varios minutos, me detuve porque llegue al entendimiento de que el acto de traición
donde pesa más es en el accionar político de nuestro país, donde el político traiciona
no solo a sus socios, sino hasta a su madre, porque en su psiquis, está el
concepto de que en todo momento se puede desvirtuar un compromiso con alguien
al entender a última hora que con el otro le irá mucho mejor.
Ya adentrado
en esos pensamientos de traición, entendí que un día cualquiera en el devenir
de la historia política debemos hacer un busto y colarlo en el centro de una plaza gigante, honrando a aquellos políticos
que nunca traicionaron, su palabra, sus acuerdos, sus ideales.
Sé que será difícil,
pero recuerdo el dicho que el más humilde suele ser honesto en sus posiciones y
toma de decisiones.
Ya para finalizar
me remito al accionar de muchos políticos dominicanos que han traicionado a sus
mejores hombres basados en los beneficios momentáneos que su decisión traicionera le genere.
No abulte más
mis conceptos porque la mente me traiciono y no recordé algunas de las traiciones
más sonadas que han puesto en peligro hasta la soberanía de países… Pero me sentí
satisfecho al recordar que la historia es un juez severo y oportuno, que sabrá
juzgar nuestros actos, para, vergüenza de nuestros descendientes… Creo que con
mi humilde concepto sobre traición he complacido a esa amiga entrañable
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